1¿POR qué estás lejos, oh Jehová,
Y te escondes en el tiempo de la tribulación?
2Con arrogancia el malo persigue al pobre:
Serán cogidos en los artificios que han ideado.
3Por cuanto se alaba el malo del deseo de su alma,
Y bendice al codicioso ó quien Jehová aborrece.
4El malo, por la altivez de su rostro, no busca á Dios:
No hay Dios en todos sus pensamientos.
5Sus caminos son viciosos en todo tiempo:
Tus juicios los tiene muy lejos de su vista:
Echa bocanadas en orden a todos sus enemigos.
1 de los malvados.
2 David confía en Dios.
6Dice en su corazón: No seré movido en ningún tiempo,
Ni jamás me alcanzará el infortunio.
7Llena está su boca de maldición, y de engaños y fraude:
Debajo de su lengua, vejación y maldad.
8Está en las guaridas de las aldeas:
En los escondrijos mata al inocente:
Sus ojos están acechando al pobre.
9Acecha en oculto, como el león desde su cama:
Acecha para arrebatar al pobre:
Arrebata al pobre trayéndolo á su red.
10Encógese, agáchase,
Y caen en sus fuerzas muchos desdichados.
11Dice en su corazón: Dios está olvidado,
Ha encubierto su rostro; nunca lo verá.
12Levántate, oh Jehová Dios, alza tu mano,
No te olvides de los pobres.
13¿Por qué irrita el malo á Dios?
En su corazón ha dicho que no lo inquirirás.
14Tú lo tienes visto: porque tú miras el trabajo, y la vejación, para vengar le por tu mano:
A ti se acoge el pobre,
Tú eres el amparo del huérfano.
15Quebranta el brazo del malo:
Del maligno buscarás su maldad, hasta que ninguna halles.
16Jehová, Rey eterno y perpetuo:
De su tierra fueron destruídas las gentes.
17El deseo de los humildes oíste, oh Jehová:
Tú dispones su corazón, y haces atento tu oído;
18Para juzgar al huérfano y al pobre,
A fin de que no vuelva más á hacer violencia el hombre de la tierra.